Por Dolores Argentina
1º.
Sonría: no importa si sacó el 5%, debe parecer feliz. Levante las manos, es un
gesto infalible.
2º.
Salude a quienes están debajo del escenario como si los conociera de toda la
vida. Finja expresiones como «¿qué hacés, Cacho?» o «¿viste? ¡Te dije que llegábamos!»,
aunque no conozca a nadie ni sepa a ciencia cierta a dónde ha llegado.
3º.
Intente hablar. Omita decir «a ver si se callan estos pelotudos» o cosas por el
estilo. Sonría y levante las manos. Si sabe bailar, hágalo. Si baila como
Mauricio Macri, mejor quédese quieto.
4º.
Comience su discurso con un gracias. Aunque no sepa bien por qué. Eso se
resuelve sobre la marcha. Agradezca primero que nada a la democracia y a los
demás candidatos. Éste es el negocio que nos une a todos, no lo olvide.
5º.
Agradezca a la gente: a los que lo votaron y a los que no. Dígalo como si fuera
una originalidad suya.
6º.
Haga una pausa para que los (pelotudos) militantes canten algo, salten y
aplaudan... si es que se avivan. En caso contrario indique con la manito que
tienen que saltar. Siempre sonriendo.
7º.
Agradezca nuevamente. Si tiene un jefe político, nómbrelo levantando la voz. Usted
bien sabe el refrán: «hacéte amigo del juez, no le dés de qué quejarse…», como dijo
Martín Fierro. O el Viejo Vizcacha, es lo mismo.
8º.
Agradezca al Partido. Hágalo como si su lealtad fuera incondicional. No
escatime críticas sutiles a los demás partidos. Si usted un día cambia de facción,
nadie se acordará de sus palabras. Incluso es probable que nadie se acuerde de
sus palabras dentro de cinco minutos.
9º. Llegado
a este punto usted puede agradecer también a su mamá, a su papá, a su señora, a
su perrito, a Pitu, Choli, Tito, Lalo, Troli y toda la gente que se le ocurra.
Omita los punteros y los que pusieron plata en la campaña… ellos ya tendrán lo
suyo. O más bien, lo nuestro.
10º.
Lo felicitamos: ha concluido satisfactoriamente con la fase de los
agradecimientos. A continuación comienza su discurso. Es probable que usted
haya consumido ya unos 2 minutos y medio agradeciendo. Le quedan, por tanto,
unos treinta segundos para hablar… Vuelva a indicar a los (pelotudos)
militantes que salten y griten, a ver si le dan un respiro. Esto de ser
dirigente político es tarea ardua en la Argentina. Piense. No demasiado porque
podría chamuscar sus neuronas. Si usted es Cristina Kirchner, aproveche para
acomodar los micrófonos. Hágase a la idea: intentará usted hablar los
siguientes treinta segundos sin decir nada ni tampoco dejar de decirlo. Usted
me entendió, no se haga el boludo. Los (pelotudos) militantes se están callando…
preparados… en sus marcas… listos…
11º.
Ha comenzado la parte crítica del discurso. Acuda a las siguientes frases por
si no se le ocurre otra mejor (tres por $1): «somos el cambio», «somos el
diálogo», «el otro no es un enemigo», «estamos por los trabajadores», «esto
recién empieza» o «hay equipo». En la medida de lo posible, sería bueno que
intente agregar alguna frase suya a las arriba citadas. No, señor, no puede
comprarlas todas. Señor, en castellano no se dice «creo de que…» sino «creo que…».
Tampoco se dice… bueno ya pasaron sus 30 segundos. Termine antes de cagarla de
nuevo.
12º.
No se olvide de levantar los puños en señal de victoria al terminar su
discurso. Sí, aunque entre siete precandidatos su fuerza haya sacado sólo el
18%. Abrace a sus compañeros. Emociónese si puede.
13º.
Recuerde sonreír. Siempre. Y levantar los brazos.